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jueves, 29 de septiembre de 2016

Si al Plebiscito: La industria del entreteniendo y la cultura como praxis de la paz


La industria del entreteniendo y la cultura como praxis de la paz  

El sacrificio de las artes,  el deporte y las costumbres de un pueblo son la muestra clara de la ausencia de Paz. Cuando un pueblo se ve expuesto a la pérdida de su Cultura,  la anarquía de su comportamiento se desarrolla en la ignorancia de sus deberes o derechos, desencadenándose en violencia o criminalidad.

Las leyes son escritas por los pueblos en el desarrollo de su Cultura,  construidas por el consenso de su historia,  sustentando en su moral y su ética,  que giran en torno al valor supremo de hermandad, amenazado constantemente por la corrupción.

La corrupción o pobreza definidas como la ausencia de uno o más derechos o deberes en un individuo, una familia grupo o una sociedad en general no es ausencia de dinero sino abundancia de ignorancia de la ley universal de 1948 y el deber público de su aplicación práctica.
Los colombianos han sido testigos que a medida que cesan los fusiles en los campos de batalla:   los logros de los deportistas;  las producciones de sus artistas y las costumbres ancestrales se arraigan y multiplican,  recobrando su valor sagrado. 

Las Casas de Cultura de cada ciudad en el País,  adelantaron esta batalla silenciosa desde sus inicios. Fueron ellas junto a la educación y los buenos gobiernos,  quienes formaron la generación que hoy dice si a la Paz.

Los artistas y deportistas deberían poder vivir de sus habilidades apostándole a la industria de la cultura,  generando impuestos y riqueza para el País. Cuando los cultores abren empresas, invierten en espectáculos;  hacen giras;  concursos y competencias,  obteniendo ingresos por su trabajo inspiran a las nuevas generaciones a creas nuevas y mejoradas formas de entretenimiento y reflexión,   para las próximas generaciones que podrían encontrar en sus talentos una forma de sustento,  frente al desempleo o la usencia de otro proyecto de vida.
Así,  Un Pueblo culto es una hermandad. Nadie como las Casas de Cultura podrían desarrollar esta labor de ofrecer múltiples opciones a los niños y jóvenes para después de clases aprovechando el tiempo libre. Nadie como los buenos gobiernos que destinan esfuerzos para ofrecer lúdicos  espectáculos para los jóvenes y momentos de esparcimiento a los adultos mayores y la sociedad en general,  con el producto de las casas culturales de cada ciudad.   

Por lo tanto niños y jóvenes educados en las casas de cultura que generen empresas y alianzas con empresas privadas,  presentaran mejores actos, espectáculos y competencias a los adultos que podrían pagar entradas o invertir en publicidad. Estos cultores podrían viajar por el mundo representando a un País más culto y desarrollado todo esto posible solo en un país en paz.   #20dejuliode2015 

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