La industria del entreteniendo y la cultura como praxis de
la paz
El sacrificio de las artes,
el deporte y las costumbres de un pueblo son la muestra clara de la
ausencia de Paz. Cuando un pueblo se ve expuesto a la pérdida de su
Cultura, la anarquía de su
comportamiento se desarrolla en la ignorancia de sus deberes o derechos,
desencadenándose en violencia o criminalidad.
Las leyes son escritas por los pueblos en el desarrollo de
su Cultura, construidas por el consenso
de su historia, sustentando en su moral
y su ética, que giran en torno al valor
supremo de hermandad, amenazado constantemente por la corrupción.
La corrupción o pobreza definidas como la ausencia de uno o
más derechos o deberes en un individuo, una familia grupo o una sociedad en
general no es ausencia de dinero sino abundancia de ignorancia de la ley
universal de 1948 y el deber público de su aplicación práctica.
Los colombianos han sido testigos que a medida que cesan los
fusiles en los campos de batalla: los
logros de los deportistas; las
producciones de sus artistas y las costumbres ancestrales se arraigan y
multiplican, recobrando su valor
sagrado.
Las Casas de Cultura de cada ciudad en el País, adelantaron esta batalla silenciosa desde sus
inicios. Fueron ellas junto a la educación y los buenos gobiernos, quienes formaron la generación que hoy dice
si a la Paz.
Los artistas y deportistas deberían poder vivir de sus
habilidades apostándole a la industria de la cultura, generando impuestos y riqueza para el País.
Cuando los cultores abren empresas, invierten en espectáculos; hacen giras;
concursos y competencias, obteniendo
ingresos por su trabajo inspiran a las nuevas generaciones a creas nuevas y
mejoradas formas de entretenimiento y reflexión, para las próximas generaciones que podrían
encontrar en sus talentos una forma de sustento, frente al desempleo o la usencia de otro
proyecto de vida.
Así, Un Pueblo culto
es una hermandad. Nadie como las Casas de Cultura podrían desarrollar esta
labor de ofrecer múltiples opciones a los niños y jóvenes para después de
clases aprovechando el tiempo libre. Nadie como los buenos gobiernos que destinan
esfuerzos para ofrecer lúdicos espectáculos para los jóvenes y momentos de esparcimiento
a los adultos mayores y la sociedad en general, con el producto de las casas culturales de
cada ciudad.
Por lo tanto niños y jóvenes educados en las casas de
cultura que generen empresas y alianzas con empresas privadas, presentaran mejores actos, espectáculos y
competencias a los adultos que podrían pagar entradas o invertir en publicidad.
Estos cultores podrían viajar por el mundo representando a un País más culto y
desarrollado todo esto posible solo en un país en paz. #20dejuliode2015
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