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viernes, 15 de enero de 2021

En la actualidad personas comunes y corrientes tienen más seguidores en las redes sociales que el mayor de todos los medios de comunicación

 

Publicidad antibacterial en redes sociales, colisión de derechos con deberes por pandemia y la guerra del tapaboca de la paz.

Por: Hans Alejandro Gamboa Rengifo  Autor Memes #20dejuliode2015

Ningún ser,  desea la guerra,  después de haberla vivido,  en carne propia. Cualquier conflicto puede ser reducido a una gran alianza,  por la voluntad de sus líderes, aunque los soldados hayan luchado o muerto por millares,  creyendo en los ideales de cada bando.

Escuchas a periodistas con millones de seguidores y pauta comercial,  hablar de asuntos que pueden generar guerras o alianzas. Los gobiernos constituidos derivados de otros políticos temen sus palabras,  porque suponen que representa la voz del pueblo o la de Dios.  Cuando llegan al poder estos personajes empresariales de contratos públicos para sus patrocinadores de elecciones,  pagan cuantiosas sumas de dinero en pauta comercial y publicidad política,  apaciguando sus críticas equilibrándolos en la oficialidad en lo que se denomina como respeto y edición en la comunicación. 

Este histórico mecanismo se enfrentó al problema de la invención del internet y las redes sociales,  ya que en el pasado tomaban como verdad todo lo escrito en grandes medios internacionales limitándose a su relectura. En la actualidad personas comunes y corrientes tienen más seguidores en las redes sociales que el mayor de todos los medios de comunicación,  replanteando para siempre la vieja técnica de engañar anunciantes y  empresas de publicidad con sus auto rating y auto índices de audiencia elaborado en común acuerdo,  por los dueños de respetivos medios,  atraves de terceras empresas.   Llevando a las agencias de publicidad y anunciantes a pautar directamente con dichas cuentas con estadísticas confirmadas,  sin la costosa y dolosamente volátil intermediación.  

Otro problema al cual se enfreno los grandes medios de comunicación,  en medio de la pandemia fue que los que se decían lideres fueron reemplazos momentáneamente por los denominados influenciadores que pactan directamente con las marcas sin pasar por agencias publicitarias o intermediación alguna,  cultivando audiencias por décadas,  que luego son ofrecidas en pauta comercial a las empresas electorales o de compra de propiedad de marcas y artistas con la intención de utilizarlos políticamente con una foto o un comentario en sus redes asegurando la salvaguarda de la futura y respectiva pauta oficial,  enfrentados a periodistas independientes y opinadores comunes y corrientes,  que triplican en seguidores sus audiencias y que generan más influencia mediática en contra de la corrupción en el derecho de propiedad intelectual y publicitaria en un simple mensaje contra semanas de trabajo de un periodista en un medio tradicional al cual ingreso porque quería eliminar la pobreza y el delito que ahora observa institucional. 

Este nuevo ecosistema del cual los medios tradicionales son parte en un inmenso océano de comunicación no como se le solía llamar antes como alcantarillas de la comunicación sino como la cancha deportiva donde se quitan y ponen presidentes o reyes al vaivén de la conciencia colectiva,  concentrándonos en un solo asunto como la guerra que ya no depende de los denominados lideres sino de todo el ecosistema virtual ejemplo de ello fue lo ocurrido en el capitolio de eeuu,  donde desde una oficina y utilizando mensajes en una red social,  se desencadeno la muerte y el detrimento del ejemplo de la democracia ante el mundo. 

En esta anarquía de principios constitucionales y derechos en colisión total con el deber de la seguridad y la precaución,  en medio de una pandemia global,  observando la disminución de la población que en otras épocas se hubiera interpretado como apocalíptico, suponiendo que el país se congregaria a retomar sus empresas propias,  aplicando el proyecto de sembradores de frutos fruitsower, generando empleo para todos los que antes no tenían,  tomar medidas para dias difíciles. Llevando desempleados a zonas de cultivo,  para iniciar recolección y almacenaje de alimentos,  preparándonos para épocas de hambre y toda serie de medidas jurídicas que utilizaran las reservas,  para cambiar todo el modelo económico,  a favor de los ciudadanos,  pero así no fue como sucedieron las cosas, se monetizo la tragedia y  rápidamente las empresas electorales cambiaron el enemigo de amenaza comunista a proveedor de suministros para la pandemia a bajo costo.   

Nuevamente escuchas de la amenaza de grupos terroristas o guerrilleros en un planeta vigilado por satélite milímetro a milímetro,  debido a que los militares y policías,  se les tiene prohibido señalar al mayor de sus enemigos en la política y la corrupción privada,  ligada a sus propios mandos en la politica. Así se habla de acuerdos de paz como si estuviéramos en la pasada década y no hubiéramos visto los escabrosos ataques a centros de estudios y el actual genocidio de los pactantes,  como una premonición de cualquier acuerdo de Estado a futuro,  que no puede ser respetado por ocultar delitos de lesa humanidad, del otro bando en el poder o en la oposición si el otro gana,    con un plan infinito de ocultamiento a largo plazo,  respaldado por socios en medios de comunicación, justicia y defensa,  asegurados con el nombramiento de los órganos de control,  perpetuando la guerra o la pobreza,  como tapabocas de la historia. 

 

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